dilluns

el mal de montano (enrique vila-matas)

[...] sucede, por el contrario, que todo el mundo, exactamente todo el mundo, se siente capaz de escribir una novela sin haber aprendido nunca ni siquiera los instrumentos más rudimentarios del oficio, y sucede también que el vertiginoso aumento de estos escribientes ha terminado por perjudicar gravemente a los lectores, sumidos hoy en día en una notable confusión.


Y lo cierto es que no se me pasó el susto hasta que aterrizamos y, al ver que la tierra nos acogía de nuevo, pude volver a sentir la maravillosa seguridad que nos da, aunque a veces lo olvidamos, la gravedad.


-¿Teixeira, el hombre nuevo? -ha dicho Tongoy, rascándose el cráneo rapado-. No me hagas reír. ¡Pero si era sólo un imbécil!


Y dice que no es feliz, pero que tampoco le apetece mucho serlo, pues entonces no tendría nada que escribir en su querido diario.

Miró hacia el borroso horizonte. "No nos resignemos a ofrecernos a la época tal como nos ansía", me dijo.


Y te contestas: Soy un ocioso, un sonámbulo, una ostra.


Ha sido sorprendente, pero incluso llorando y en esa patética o ridícula postura he confirmado una vez más cuál es el secreto de todo: sentirse el centro del mundo. Eso exactamente es lo que hacen todos los individuos.