dimecres

franny y zooey (j.d. salinger)

Luego apartó la cortina y miró fijamente la puerta cerrada. Era una mirada intensa y el alivio no constituía en realidad una gran parte de ella. Más que nada, era la mirada, no tan paradójica, de un amante de la intimidad que, una vez que ésta ha sido invadida, no ve con buenos ojos que el invasor se levante y se marche, así, sin más ni más.

Por si quieres saberlo, detesto a cualquier clase de individuo supuestamente creativo que se mete en cualquier clase de barco.

-Maldita sea -dijo-, hay cosas hermosas en el mundo, y cuando digo hermosas quiero decir hermosas. Somos unos cretinos al apartarnos tanto de lo fundamental.