dimecres

parís no se acaba nunca (enrique vila-matas)

Piensen cuáles pueden ser las razones básicas para la desesperación. Cada uno de ustedes tendrá las suyas. Les propongo las mías: la volubilidad del amor, la fragilidad de nuestro cuerpo, la abrumadora mezquindad que domina la vida social, la trágica soledad en la que en el fondo vivimos, los reveses de la amistad, la monotonía e insensibilidad que trae aparejada la costumbre de vivir.


[...] que nunca será una duda la que nos haga enloquecer, sino más bien una certeza, cualquier certeza [...].


[...] cuando empezó a invadirme cierta sensación de absurdo mezclada con la de fracaso, y a todas horas tenía que decirme que no había sido en modo alguno derrotado simplemente porque no había entrado en ninguna batalla. Pero esto no era consuelo suficiente porque quedaba siempre la sensación de absurdo, de lo que podríamos llamar también una sensación de para qué.


Recuerdo que muchos días andaba por el barrio con pasos veloces simulando que iba a alguna parte cuando en realidad no había un solo lugar en el mundo en el que me esperara alguien.

Después de todo, ironizar es ausentarse.

2 comentaris:

robert ha dit...

ironizar, si que és potser una manera d'evadir els sentiments de frustracio, desesperació, i avorriment, què ens queda sino, filosofar-los? potser si.
si ho he entes bé, estic d'acord profundament amb la frase: la monotonia e insensibilidad que trae aparejada la costumbre de vivir, i és potser l'explicació al meu primer post de l'altre dia, no? ja que és aplicable a tots els àmbits de la vida, tant en la feina com en l'amor, aquest ultim inspiració del post, que crec que vas copsar.

maria ha dit...

exacte, jo tb ho entenc així